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CONCLUSIÓN
Las nanotecnologías mejorarán muchos aspectos de la vida cotidiana y ayudarán a
resolver otros que no lo son tanto, como algunas enfermedades; pero ello está condicionado
por el financiamiento y aceptación del gobierno y población de cada país.
Esta aceptación depende de varios factores sociales: las especificaciones técnicas, las
opciones que el público tenga, la política y las decisiones macroeconómicas que contribuyan
al desarrollo de mayores tecnologías y resultados deseables, así como de las
estructuras legales y regulatorias.
Otro punto a tomar en cuenta es que, como lo dice la experiencia, el surgimiento
de una nueva tecnología se acompaña de promesas de bienestar social, reducción de
la pobreza y erradicación de enfermedades, por ejemplo, la energía nuclear prometía
energía abundante y barata; la revolución verde en la agricultura prometía acabar
con las hambrunas: la biomedicina y la ingeniería genética prometieron la cura de
muchas enfermedades, pero en la práctica se ha visto que en los últimos 50 años han
aumentado la pobreza y la desigualdad en el mundo, demostrando que los avances
científicos y tecnológicos se han llevado a cabo de manera desigual por lo que son
ineludibles las regulaciones y convenios entre países para que aseguren que beneficios
y riesgos de las nanotecnologías sean compartidos por todos. La nanociencia y la nanotecnología: una
revolución en curso
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apoyos para la investigación y desarrollo de esa disciplina, un aspecto que requiere de
la fuerte participación del gobierno mexicano.
México cuenta con los recursos humanos y la infraestructura necesaria para empezar
a hacer frente a esta nueva revolución tecnológica, pero, estrictamente, falta más apoyo
por parte del gobierno y sus instituciones para que se alcance a plenitud la formación
de más grupos interdisciplinarios y con interacción internacional, además de que se
deben crear planes didácticos y posgrados que incentiven vocaciones universitarias
en nanociencia, sobre todo experimentales, tanto en las instituciones de investigación
como en las facultades de ciencias duras (física, biología, química, medicina, etc.), lo
mismo que fomentar convenios entre instituciones educativas nacionales, del extranjero
y con empresas privadas para el financiamiento de estas investigaciones.
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